MANIFIESTO

*Pendiente de confirmación definitiva por parte de la Asamblea*

MANIFIESTO DE LA ASAMBLEA DE ESTUDIANTES
CONTRA LA EU2015

“La universidad hasta ahora era un lugar tranquilo para enseñar, realizar trabajos académicos a un ritmo pausado en el seno del debate académico. Ahora es un potente negocio, complejo, demandante y competitivo, que requiere inversiones continuas y de gran escala.” 


Así de explícita se muestra la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) en su diagnóstico del horizonte hacia el que se mueve la universidad pública en los próximos años. ¿Cuál es  la verdadera  causa  de  esta  evaluación?  Un  cambio  estructural  en  la  economía  supone  que  el funcionamiento  actual  de  las  empresas  exija  un  modelo  dual  de  trabajador:  una  gran  mayoría precaria y flexible y una pequeña élite hiperespecializada y con acceso a trabajos de alta cualificación. Dichas necesidades empresariales se tradujeron, por un lado, en la división de los estudios superiores en grado y posgrado, y, en  segundo  lugar, en  la creación de  los mal  llamados Campus de Excelencia que diferencian y jerarquizan  las universidades sometiéndolos a criterios de rentabilidad económica. 

Frente  a  esta  desnaturalización  de  la  universidad  pública  y  la  falta  de  debate  que  la  acompaña, nosotros, estudiantes de  la UCM, constituidos en Asamblea, hemos abierto un espacio de resistencia. Un  espacio    que  ha  conseguido,  en  primer  lugar,  romper  el  silencio  que  ha  rodeado  todas  estas reformas, y que además nos capacita para comprender su verdadero alcance. 

Si  con  Bolonia  las medidas  se  centraron  en  la  reforma  de  las  titulaciones,  la  Estrategia Universidad 2015 proporciona el marco institucional que permite el desarrollo pleno del modelo de universidad que pretenden  imponernos  (explícitamente  inspirado  en  el  modelo  anglosajón).  Los  ejes fundamentales  de  esta  reforma  son:  la  Gobernanza  corporativa,  la  Financiación  competitiva,  la creación de  los Campus  Internacionales de Excelencia y  la  redacción de  los Estatutos del estudiante, del PAS y del PDI.

Para  conseguir  una  gobernanza  corporativa  las  autoridades  políticas  están  dispuestas  a  entregar  el control  ejecutivo  de  la  educación  superior  a  los  grupos  económicos  de  más  poder,  a  los  que representan, y cuyos intereses (que no son los de “la sociedad”, son los suyos) defienden con todas sus herramientas.  Ya no podemos hablar de  “influencias”, de  “presiones”, de  “injerencias” por parte de estos  lobbys:  tenemos  que  hablar  de  gobierno  directo,  inmediato,  unilateral.  Esta  es  la  realidad.  La reforma de gobernanza es un auténtico golpe de estado a  la universidad, que queda definitivamente intervenida por los poderes del mercado y plegada aún más a sus venales objetivos. 

Este  eje  de  reformas  implica  la  adquisición  por  parte  del  Consejo  Social  de  algunas  funciones  que actualmente  ejecuta  el  Consejo  de  Gobierno,  pasando  a  llamarse  Junta  de  Gobierno,  formada  por miembros  externos  a  la  comunidad  universitaria.  Con  la  participación  de  miembros  externos  se  posibilita “la rendición de cuentas ante la sociedad”, lo cual significa realmente el sometimiento de la institución  pública  a  entidades  privadas.  Entre  las  principales  funciones  de  este  nuevo  organismo estará el nombramiento y destitución del rector, que a su vez nombrará a los decanos y éstos a los jefes de departamento. Lo que antes era un  sistema democrático de abajo arriba,  se  transforma en una estructura  corporativa de  tipo empresarial. Además para  facilitar  la  adaptación  constante de  la Universidad  a  un  mercado  cambiante  se  impulsará  el  protagonismo  de  órganos  individuales  que agilicen  la  toma de decisiones, ahora unilaterales, alegando  la  ineficacia de  los  trámites burocráticos (el  rector  pasa  a  ser  visto  como  un  gestor).  Esto  supone  la  supresión  de  los  pocos  mecanismos democráticos de gobierno que le quedaban a la Universidad.  

Sin  embargo  las  grandes  corporaciones  necesitan  algo  más  que  el  gobierno  directo  de  las universidades para poner decididamente la educación superior al servicio de sus beneficios: necesitan destruir  el marco  legal  que  a  día  de  hoy  impide  que  las  diferentes  universidades  funcionen  como empresas independientes, con todo lo que esto implica: oferta de titulaciones propias y diferentes a las  de  otros  centros,  potestad  para  conseguir  financiación  proveniente  del  sector  privado, autonomía en la política de precios, contratación de personal propio y flexibilización de los modelos de contratos y  salarios. Lo que plantean estos documentos es una desregulación, una  liberalización del sector que permita  la competencia entre  las distintas universidades, que deje el campo  libre a  la diferenciación entre ellas, y a la consecuente concentración de capital en unas pocas a costa del resto; porque obviamente no todas pueden ofrecer los mejores salarios para atraer a los mejores profesores, no  todas  pueden  las mejores  instalaciones,  no  todas  pueden  ser  excelentes  (donde  por  excelencia hemos  de  entender  “la  capacidad  para  producir  conocimiento  explotables  con  fines  industriales” según dice la Comisión Europea). Sin embargo, la diferenciación entre unas pocas escuelas de élites y muchas fábricas de precarios no será sólo el resultado de la libre competencia, sino que se impulsará como medida política con una financiación pública extraordinaria a aquellas universidades que tengan un  perfil  más  atractivo.  En  esto  consiste  precisamente  la  creación  de  los  Campus  de  Excelencia Internacional  que  fomentarán  alianzas  estratégicas  entre  universidades,  empresas,  centros  de investigación etc. Como venimos denunciando desde esta Asamblea, el ranking de empresas  supone un ataque directo a la ya dañada democratización en el acceso a los estudios superiores.

Por  otro  lado  con  la  excusa  de  la  deuda  de  la  Universidad  pretenden  imponernos  un  modelo  de financiación  en  el  que  las  universidades  diferenciadas  compiten  por  allegar  fondos  privados,  que obviamente  no  son  desinteresados,  sino  que  se  exige  a  cambio  una  serie  de  competencias  que impiden el normal funcionamiento de la investigación y la docencia: selección de proyectos en función de  la  rentabilidad  mercantil,  reestructuración  del  sistema  de  titulaciones  en  función  de  su rentabilidad a corto plazo (eliminación de carreras) y la transferencia de los resultados a la empresa financiadora  (lo  cual  implica  la  desviación  de  fondos  públicos,  la  difusión  parcial  de  los conocimientos,  etc.).  Pero  no  sólo  pretenden  resolver  el  problema  económico  así,  también  se  está estableciendo  un  brutal  aumento  de  las  tasas  de matriculación,  que  se  pretende  parapetar  con  la creación de  las becas-préstamo que  realmente  suponen hipotecar  la  vida del estudiante antes de que entre al mercado laboral.

El  nuevo  Estatuto  del  estudiante (aprobado  “a  traición”  el  31/12/2010)  establece  la  creación  del Consejo  de  Estudiantes  Universitario  del  Estado  (CEUNE)  como  el  único  órgano  de  representación estudiantil  a  nivel  estatal  (cuyo  presidente  es  el  mismísimo  ministro  de  educación)  y  a  su  vez selecciona sus componentes mediante un complicado mecanismo de democracia indirecta que acaba imponiendo una falsa representación del alumnado. Este estatuto muestra de nuevo la absoluta falta de participación estudiantil en el sistema universitario español (SUE) y en las reformas por las que se ve  afectado.  Por  otro  lado  los  estatutos  del  PDI/PAS  conllevan  una  disminución  drástica  de  los contratos fijos y su sustitución por contratos de empleos temporales, aleatorios y dependientes.

Desde  esta  Asamblea  no  entendemos  que  las  necesidades  del  mercado  coincidan  con  las  de  la sociedad;  la  crisis  en  nombre  de  la  que  se  recortan  nuestros  derechos  lo  corrobora.  Tampoco aceptamos  la  falacia de  la necesidad de una producción de conocimiento adaptada exclusivamente a las  necesidades  del  mercado.  Sin  embargo,  estas  reformas,  cuyo  objetivo  explícito  es  “adaptar  la universidad a las necesidades cambiantes del mercado laboral” se nos venden como una puesta de la universidad al  servicio de  la “sociedad”. Consideramos denigrante que  la comunidad universitaria  se vea sometida a las leyes del mercado, consideramos grave que las mismas instituciones académicas se muestren  favorables al proceso de mercantilización de  la Universidad, consideramos, por  todo esto, absolutamente  rechazable  la  Estrategia Universidad 2015  y  absolutamente  necesaria  una  respuesta contundente que refleje las verdaderas preocupaciones de la comunidad universitaria.